junio 29, 2021

Sustentabilidad insostenible

–Juan Pablo Navarro

¿Cómo vivir una sustentabilidad sostenible? La filosofía espiritual que practico habla de una dualidad. En este mundo polar, las virtudes corresponden a energías y, éstas desde sus polos, balancean a un mundo en busca de equilibrio. En esta filosofía, los polos se llaman yin y yang, y corresponden a ese flujo parecido a la respiración. Cuando el yin inhala, contiene, inspira, imagina e idea y en occidente, por alguna razón le hemos llamado femenino. Por otro lado, cuando el yang exhala, plasma, ejecuta, comunica y proyecta y se le ha nombrado masculino.

En este equilibrio perfecto entre el yin y el yang, las virtudes juegan un papel importante para la evolución de las almas humanas.

Así entonces, por ejemplo, la virtud yin de la sensibilidad (de quien todo lo siente, y ve siempre al otro para no sobrepasarle), se vuelve virtuosa sólo cuando está en armonía con la virtud de la libertad (de quien ejerce sus decisiones y actúa sin importar que al otro le estorbe). La sensibilidad en su polaridad yin paraliza y, por su lado, la libertad en su polaridad yang, lastima. Estas dos virtudes, solamente se vuelven virtuosas, cuando el ser humano actúa su voluntad, cuidando a lo que le rodea.

Pues bien, la energía yang ha ocupado gran parte de la cosmovisión humana moderna hasta ahora. Mientras que las virtudes yin se han relegado a personas y profesiones por ahora menos vistosas y valoradas como las artes, la ciencia, la filosofía, y la espiritualidad.

Hace no mucho (unos 3 años) que realmente me empecé a plantear la pregunta acerca de qué tan sustentable es mi existencia como especie en este planeta. Para quien quiere buscar la respuesta hoy en día, basta rascar dos segundos en  redes sociales para encontrarse con la abrumadora verdad. 

Desde los más técnicos hasta los más fatalistas, existe un movimiento fuerte para evidenciar que la libertad que hemos ejercido los seres humanos sobre lo que llamamos “recursos” (imaginen ya lo antropocentrista de este planteamiento) está sobrepasada y, apelan muchas veces, a través de expresiones muy yang también, que debemos tornar hacia la sensibilidad.

En mi caso lo más entusiasmante es que a lo largo de mi vida, la virtud de la sensibilidad ha estado en el desequilibrio del yin. Significa que éste no sólo es un tema que me parece interesante, sino uno que me empuja a encontrar el equilibrio virtuoso dentro de otras cosas de mi vida. 

¿Les ha pasado pensar que le estorban al planeta? Como si fueran una carga para él. ¿Les ha costado alguna vez tomar una decisión simple acerca de qué comer pensando en el impacto que una u otra opción pueda tener en el sistema?, ¿Qué comprar en el súper viendo la cantidad de plástico que tiene el empaque?, ¿Hasta qué punto mi sensibilidad me priva de mi posibilidad de existir?

Encontrando el equilibrio entre el yin y yang

Estaba viviendo una sustentabilidad insostenible.

Ignorance is bliss

Hace tiempo que dejé de ver todas esos documentales de terror, que hablan de las masacres marinas, las islas del plástico, y las vacas colgadas. La energía yang me estaba consumiendo. No es que nada de esto me importe, al contrario, tanto me importa que no los veo. Mirar esos documentales me paraliza. Ese ser en miedo que aviva en mí tampoco le sirve al planeta. Así que cuando empecé a hacer distancia de estos materiales, empecé a acercarme a una sustentabilidad que funciona para mí, que se siente rico, y que me hace sentir cómodo y suficiente conmigo y mi existencia.

He cambiado muchos planteamientos. Lo importante para mí fue dejar de ver la sustentabilidad en el afuera y empezarla a cuestionar dentro de mí, ¿qué tanto más puedo sostener el consumo de bebidas alcohólicas?, ¿qué tanto más puedo sostener pedir comida sin valor nutrimental?, ¿qué tanto más puedo sostener mi autoestima basado en cómo me visto?, ¿qué tanto más puedo sostener el consumo excesivo de azúcar o de carne?

Muy sorpresivamente, al hacer estas preguntas y empezar a resolverlas en mí, mi relación con el afuera también sanó. Casualmente empezar a hacerme responsable de mis cuerpos, me llevó a empezar a ser más congruente con mis ideales allá afuera. Pero sobre todo, se le quitaron un par de kilos de encima a esa carga insostenible de lo que es.

Encontré la libertad de echarme una chela de vez en cuando sabiendo que la industria cervecera consume nuestros mantos freáticos, pero dejar de dármela sólo porque la tengo asociada al concepto de convivencia.  Darme unos tacos de cochinita en Yucatán, sabiendo que muy probablemente la forma en que sacrificaron a los cerdos fue terrible, pero dejar de dármelos sólo para llenar un vacío de madrugada. Darme chance de coexistir en la imperfección de un sistema que está hecho para ser entrópico.

Permitirme un lugar en la existencia y aceptar que esta misma tiene un impacto. Pero resolver esas decisiones de adentro hacia afuera con una paz que permite expandir estas decisiones de sustentabilidad a otros niveles. Aceptando incluso en ocasiones mi propia incongruencia. ¿Será eso a lo que mi maestra se refiere con el balance? Hasta hoy, a mí me parece que sí.

¿Qué piensas tú?

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Suscríbete

Boletín Introspecta