Decir que “tenemos que soltar” es fácil, hay cosas que vienen acompañándonos durante tanto tiempo que pareciera que se han vuelto parte de nosotros, a veces es más fácil decir “así soy” que ver nuestra propia vulnerabilidad o tratar de de cambiar eso que en ocasiones ni siquiera nos gusta.
¿Así somos según quién?, ¿quién o qué tiene ese poder tan fuerte sobre nosotros para decidir, si no somos nosotros mismos? Nos refugiamos en todo lo que la gente opina, la manera en que nos describen, lo que somos para ellos, y lo que les hacemos sentir, pero ¿qué somos para nosotros, cómo nos auto-describimos y qué nos permitimos sentir cuando no hay nadie presente?
Creo que no soy la única que se ha dado cuenta que cuando nos piden presentarnos en algún lugar (escuela, trabajo, curso, etc) nos piden que digamos nombre, edad y a que nos dedicamos. Es verdad que eso es parte importante, pero ¿realmente eso es quién somos? Sin dar esa información, ¿qué dirías?
El 2020 y 2021 han sido duros, hemos estado más en casa que cualquier otro año, hemos convivido menos con otras personas y más con nosotros mismos. Esto me ha hecho cuestionarme mucho quién soy, a tener conversaciones conmigo, y a darme la oportunidad de sentir, algo que personalmente me cuesta trabajo por miedo a mostrar mi vulnerabilidad.
He descubierto que vulnerable ya soy, aún cuando no comparta mis emociones, el simple hecho de que alguien o algo tenga el poder de influenciar sobre ellas, me hace serlo. Lo que sí puedo cambiar es el compartirlo, es aceptar esos sentimientos, abrazarlos y darles espacio para que sean, darles tiempo y espacio para ser procesados.
Como seres humanos, buscamos relacionarnos, y es normal que las personas que nos rodean influyan sobre lo que sentimos. Por mucho tiempo tuve la creencia de que estaba mal el que una persona hiciera que cambiara mi humor y que abrirme a sentir era símbolo de debilidad.
Poco a poco he ido entendiendo que no es así, al final somos seres humanos y vivimos en comunidad, conocernos personalmente es importante, aunque también las relaciones son importantes. El compartir es importante, el sentir es importante, el aceptar es importante, y el aceptar nuestra vulnerabilidad también es importante.
Conocer a otros y abrirnos a sentir nos hace conocernos también a nosotros mismos, descubrimos cosas que nos gustan y otras que quizá no tanto. Conocemos lo que nos hace felices, que nos enoja, qué nos pone tristes y qué nos da miedo. Existe todo un universo que vive dentro de nosotros y que por miedo o negación a abrirnos a los demás, evitamos conocerlo, al final siempre nos estamos espejeando en los demás.
No digo que sea fácil, al menos para mí no lo ha sido, pero nos toca descubrirlo, y nos toca aceptarlo, y eso es lo difícil, buscamos razones, culpables, y hasta justificaciones para todo eso que tenemos dentro y nos asusta.
Con tal de no aceptar que es parte de nosotros, a veces preferimos dejarlo en el cajón con llave aunque eso signifique no profundizar con las personas, hacer eso puede funcionarios un rato, pero llega el punto en que el cajón se llena y cada vez es más difícil cerrarlo. Es entonces cuando toca hacer lo que estábamos evitando, abrir y revisar que hay adentro, tratar de entender por qué lo guardamos tanto tiempo y por qué nos costó tanto tirarlo después de vivirlo, ¿Por qué elegimos guardarlo en lugar de dejarlo ir?
Todo esto nos lleva de regreso a la vulnerabilidad, al miedo de toparnos con esas sombras que tenemos dentro, creo que a veces en la vida necesitamos opuestos para darnos cuenta de las cosas. Cuando tenemos hambre disfrutamos más la comida, cuando hace frío apreciamos más el sol en la cara, cuando hace calor, el viento es un regalo, y cuando descubrimos nuestras sombras, apreciamos más nuestra luz.
Permítete sentir, permítete ser, abraza tus emociones sin importar cuales sean, encuentra fuerza en tu propia vulnerabilidad y después deja ir, deja espacio para nuevas cosas, y para nuevos sentimientos.
Una entrada de H de Huarache