Viviendo en la era de la información, nos hemos convertido lentamente en blancos de un constante bombardeo de datos. Por un lado, abriendo un espectro de posibilidades infinitas: permitiendo que nuestra mente experimente, absorba y discierna sobre infinidad de opciones, decisiones y caminos que tomar. Por otro, diluyendo nuestra energía de decisión, generando un mundo en que abrumados por tantas puertas, sueños y posibilidades hemos perdido la capacidad de elegir intencionadamente. Y más aún, de poder convertir nuestras elecciones en actos de voluntad..
Perdido entre pensamientos, ¿qué podemos hacer los humanos comunes para lograr aterrizar a este plano terrenal y utilizar la voluntad para llevar a cabo las intenciones a la realidad? ¿cómo transmuto desde la energía efímera del aire de mis pensamientos hacia la energía determinada del agua, la energía creadora del fuego y el arraigo de la tierra?
Todo parte de la intención: Con la capacidad de encontrar no el qué hacer ni el por qué; si no el para qué hago las cosas. A través de ello ser capaz de que esta energía encuentre su paso por lo que yo llamo de manera burda, el filtro de la razón (Aire), el filtro de la emoción (agua) y finalmente pasarlo al centro de la voluntad y transformarlo en acción, donde adquiere la energía de fuego y tierra.
Pero, ¿qué es una intención? Desde la superficialidad puede parecer sencillo, no obstante, es un tema profundo, ya que en la intención se engloba la decisión, nuestra capacidad más pura de hacer uso del libre albedrio para ¡ELEGIR! convirtiéndonos en cocreadores. Y si está no es clara, sólida y congruente no será capaz de integrar las energías necesarias para convertirse en acción.
La intención va más allá de visualizar desde la razón un objetivo con congruencia lógica. Va acompañada del autoconocimiento para discernir la profundidad de nuestras verdaderas motivaciones, no dejando que nuestro instinto decida por nosotros o que los impulsos del ego tengan la última palabra.
Cuenta con una fuerte claridad y un gran centro, que le permite a nuestras acciones ser verdaderamente ¡NUESTRAS! no dejando que el entorno marque el ritmo ni el rumbo. Pues entramos fácilmente en ese juego en el cual dejamos que lo que se espera de nosotros sea el factor determinante de nuestras acciones, siendo así arrastrados por una leve marea que yo llamo, el rio de las masas.
La intención es un anhelo. Es un deseo profundo del alma que guía nuestras acciones, el inicio de toda acción y el inicio es la mitad del todo… una vez que una energía entra en movimiento lograr que se complete es más sencillo de lo que parece y sólo requiere mantener la congruencia y el momentumde esta intención para materializarla.
Ya concebida la intención tenemos que integrar la energía del aire en ella: analizarla desde la energía de la razón. Tenemos que racionalmente estar convencidos de que aquello que estamos buscando cuadre en su totalidad con lo que pensamos; que en todos los recovecos de nuestra mente tenga sentido, que mi sistema de creencias la apruebe. Sin una congruencia racional la energía se diluye.
Esta energía de aire se alberga en la cabeza, y así nuestra intención comienza su camino. Naciendo como un anhelo del alma, pasa primero por el séptimo chakra de la coronilla y sigue por el tercer ojo, donde pasa su primera prueba: la razón.
Acto seguido nuestra intención pasa por la garganta, por el quinto chakra en donde enfrenta su segunda prueba que si bien en ésta no busca integrar energía, busca no perderla.
Toda intención que es burdamente comunicada, o que es externada como acción sin serlo aún diluye su energía. La palabra alberga un gran poder creador y así mismo un gran poder destructor, es por eso que al pasar por la garganta debemos de ser cuidadosos con lo que comunicamos y expresamos sobre dicha intensión. Si todavía no esta consolidada en nuestro ser, si aún no ha integrado la energía del agua, del fuego y la de la tierra, entonces aún no es nuestra para poderla comunicar y aquí puede perder mucha fuerza..
Si logramos pasar nuestra intención de la garganta, sigue su camino al corazón: el lugar del cuarto chakra. Aquí se tiene que mezclar la energía del agua (la energía de la emoción) para revisar lo que nuestro corazón siente, y encontrar que nuestra intención sea congruente con todas nuestras virtudes; con todos nuestros valores.
Esta intención tiene que estar completamente arropada por nuestra emoción. A pesar de que cuente con congruencia racional, si no somos capaces de sentir esa intención, de hacerla nuestra en el corazón, ésta no será capaz de integrar la energía del agua: de lo vivo y del amor. No será capaz de encontrar el equilibrio para hacerla vida.
Una vez así, nuestra intención continua su camino pasando al tercer chakra: el mezclador, el plexo solar o el centro de la voluntad en donde se inunda del fuego de la creación, del fuego de los inicios, para encontrar la fuerza que le dará inicio.
Es aquí cuando uno comienza a actuar, cuando comienza a hacer vida la intención y durante este punto uno debe revisar si nuestras acciones y la manera de hacer las cosas concuerda con los otros dos filtros, concuerda con cómo lo imaginé y con cómo lo sentí. Así hacemos espacio para que una vez en existencia ésta termine integrando la energía de la tierra, pasando por el segundo y el primer chakra, generando un arraigo y consiguiendo así que lo creado perdure.
Este proceso nos ayuda a traer desde lo más etéreo y sutil de la cuarta dimensión, del pensamiento y de la intención, a lo físico de la tercera dimensión. Recorremos del cielo a la tierra e integramos a todas las energías para lograr encontrar la voluntad para crear acciones duraderas a partir de intenciones puras.
Así que si en algún momento nos encontramos con un muro que no nos permite plasmar lo que estamos deseando, observemos todos estos filtros para ver en dónde se esta dispersando nuestra energía.
De igual manera podemos hacer uso de la meditación para fortalecer nuestro poder creador, imaginando nuestra intención, viajando por cada uno de los puntos mencionados, recorriendo cada uno de los filtros, observando cómo mi intención espiritual tiene coherencia racional, emocional y de acciones e imaginando como cada intención recorre mi cuerpo hasta que logro hacerla vida.
Si quieres explorar más este viaje, te dejo aquí una breve meditación que te permite explorar desde el sentimiento este recorrido para plasmarlo en tu realidad.