noviembre 4, 2020

El balance perfecto entre la manifestación y la fe

–Mariana Pereira

Hoy en día, cada vez es más común escuchar sobre la manifestación, visualización o la ley de la atracción, entre otras maneras como podemos llegar a ser los “arquitectos de nuestra propia realidad”.

¿Pero qué significa realmente manifestar o atraer algo? ¿Y cómo se hace? 

Muchos expertos en el tema están de acuerdo que el detalle clave que a la famosa película “El secreto” le faltó mencionar, para poder realmente activar la ley de la atracción, es la importancia de conectar con nuestros sentimientos. 

Joe Dispenza, autor de varios libros como “El placebo eres tú. La mente crea la realidad” explica la ciencia detrás de la manifestación y la gran importancia de los sentimientos en este proceso. 

Cuando cerramos los ojos y comenzamos a visualizar lo que queremos manifestar en nuestra vida, es sumamente importante empezar a sentir en el presente los sentimientos que queremos tener al lograr estas experiencias. Como nuestra mente no sabe diferenciar entre la realidad y la imaginación o visualización, comienza a crear en el presente la realidad que estamos experimentando en ese momento. 

Es decir que mientras visualizas la perfecta salud que quieres tener, es importante sentir en ese momento, la tranquilidad, la energía y vitalidad que esperas como resultado de ese estado.

Cuando comienzas a vivir en el presente lo que quieres atraer a tu vida, llega un punto en que te deja de importar si obtienes exactamente eso que estabas visualizando o no, porque ya estas experimentando el sentimiento que querías como resultado de este evento. 

Es así como funciona la ley de la atracción. Y en este sentido, no es tan importante el objeto o la experiencia que queremos manifestar, sino el sentimiento que creemos que vamos a tener al lograr este objetivo.

El balance perfecto entre la manifestación y la fe

Otro punto muy importante en este proceso y del que pocos hablan es el hecho de soltar o dejar ir la necesidad de tener un resultado especifico. Este concepto se conoce en inglés como “surrendering” y se podría traducir como “soltar”.  

En el momento en que soltamos la necesidad de tener exactamente lo que queremos en nuestras vidas, es ahí cuando éstas se manifiestan. Y en este sentido, es importante no sólo dejar ir la necesidad de llegar a una meta determinada, sino también abrirte a que el universo te sorprenda de formas que hoy en día ni si quiera puedes imaginar. Es una especie de paradoja que cuando te deja de importar si realmente manifiestas lo que estas visualizando, es en ese momento en que estos eventos suceden.

Este concepto de soltar se relaciona mucho con la fe. Además de no estar atados a un resultado especifico, la fe se puede ver como la confianza en el proceso. Esa certeza que tienes dentro de ti que te asegura que todo va a salir de la manera como tiene que suceder, para que aprendamos las lecciones que tenemos que aprender. 

Este escenario a veces puede confundirse con un conformismo, donde no vale la pena intentar crear tu realidad, sino que debes esperar a ver que tiene la vida para ti. Entonces, ¿como integrar estos conceptos?

En mi experiencia, la mejor manera es mezclar la manifestación con la fe, en una proporción que te funcione a ti. Sentarte en la mañana y visualizar el día que tienes por delante, trayendo al presente los sentimientos que quieres experimentar, realmente sintiéndolos en el corazón (no solo repasándolos mentalmente) y con la práctica, tendrás días más alegres y positivos. Esto no quiere decir que estarás feliz todo el tiempo, ni que todo lo que visualizas va a suceder tal cual lo creaste en tu mente. 

En este punto entra la fe. Cuando las cosas no salen como quieres, te sientes frustrado o herido por lo que alguien te dijo, es aquí cuando es importante recordar que todas las experiencias que estamos viviendo son aprendizajes que tenemos que vivir. Estos no siempre se dan de la manera más agradable, pero con el tiempo aprenderemos a mirar hacia atrás y agradecer por estas experiencias que en algún momento etiquetamos de “difíciles”, pues estas nos han convertido en las personas que somos hoy en día.

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