Hay momentos de nuestro día a día en los que podemos sentir que no estamos alineados con nosotros mismos, es decir, percibimos que falta esa coherencia entre lo que pensamos, decimos y hacemos. Permitiendo que nuestras actividades y compromisos rutinarios tomen control sobre nosotros.
Constantemente nos exigimos intensidad e inmediatez en nuestras acciones. El ritmo acelerado con el que vivimos, nos desgasta y desconecta de quienes somos, a través del bombardeo de un sinfín de estímulos diarios y de situaciones en las que apagamos fuegos constantemente.
En esa desconexión, nos cuesta identificar y gestionar nuestras emociones, batallamos con altas y bajas de autoestima por nuestra carencia de autoconocimiento, subestimamos la importancia del autocuidado.
Pero, ¿qué prácticas podríamos integrar para volver a nosotros mismos? me creerían si les dijera que caminando, aunque sea por un momento, podemos reconectar con nosotros mismos.
“Los caminantes no tienen obligaciones, solo el sencillo placer de liberarse paso a paso en su camino”. – Dr. José Ángel Obeso
Este mantra, que me ha acompañado desde hace tiempo y hoy te comparto, me ha enseñado que nuestros pasos pueden ser al ritmo que elegimos, pueden ser también con pausas para observar detalles que se nos escapan regularmente.
Es desde el amor hacia nosotros que damos ese primer paso fuerte y seguro. Cuando miramos hacia dentro, podemos encontrar los recursos que necesitamos para vivir en coherencia con quienes somos y por ende con nuestro entorno. ¿Cómo podemos mirar hacia dentro, en estos tiempos de saturación de estímulos? Viviendo presentes.
¿Vivir presentes? Sí, enfocando nuestra energía y sentidos a aquello que elegimos hacer, en un momento determinado. ¿Has vivido presente cuando pasas por un campo de flores silvestres? Detectando así esos olores intensos de la tierra. Escuchando tal vez a algunos insectos que se esconden entre las flores. ¿Has comido una fruta y te has conectado con su sabor dulce y jugoso?.
Si bajamos ese ritmo al que estamos acostumbrados, alineándolo con ese momento de contemplación, podemos experimentar instantes memorables. Recuerda que el lenguaje de nuestro cerebro son nuestros cinco sentidos vitales, para comunicarnos con él y para sorprenderlo, requerimos soltar esas prisas, rendirnos a ese presente profundamente consciente.
En este aquí y en este ahora, los seres vivos necesitamos aún más de la naturaleza. Lejos de nuestras caóticas rutinas, podemos caminar acompañados del silencio que sobra, en caminos que liberan a nuestro cerebro del modo piloto; ese cerebro que llega a permanecer dentro de la familiar zona de confort.
Respirar mientras nos movemos, nos conecta con el presente, sitúa nuestra atención y mirada en nosotros y en el camino que exploramos. Es un sencillo placer liberador. ¿Damos ese paso?
6 Responses
¡Qué bonito Mariana! Vivamos más presentes y encontrémonos entre todo este caos ♥️
Un abrazo y sigue escribiendo!!
María Goñi
Felicidades por el texto, sencillamente me ha encantado.
Qué cierto como algo tan sencillo como ‘caminar” se convierte en consciencia y gestión emocional.
Un placer leerte, gracias!
Creo que a veces, necesitamos ese respiro necesario del caos del entorno, me encanto el texto!!
Hola buena tarde Mariana leer estas letras realmente nos conecta en lo que es esa aventura, placer y sentir al caminar. Es un escaparáte a nuestra rutina y tú lo reflejas perfectamente en estas líneas, un aplauso por compartirnos esto.
Saludos
Aplaudibles palabras Marianie, ahora toca llevarlo a cabo, simplemente caminar…
Gran artículo, encontrar tiempo y espacio para alejarnos de la rutina es un ejercicio muy satisfactorio, caminar nos permitirá encontrar una paz con nosotros mismos.