Inhalamos y exhalamos, sentimos hambre y saciedad, frío y calor, experimentamos placer y dolor y nuestra vida diaria está regida por horas de actividad y descanso. Existen el día y la noche, el invierno y el verano, lo que está arriba y lo que está abajo, cada cosa tiene su pareja, su dualidad. Un maestro me enseñó un día acerca del Tao (conocido para muchos como símbolo del yin y el yang). El tao no es plano, si no que es una esfera que rueda de manera constante creando el equilibrio entre blanco y negro que necesitamos.
Pero hoy, creo que es complejo encontrar ese equilibrio ya que las virtudes yin no son tan apreciadas como las virtudes yang. Esto se ve reflejado en la manera en la que se mueve una sociedad completa, en la que las emociones son demeritadas, las lágrimas son debilidad y la compasión llega a ser olvidada.
Esto desencadena en un desequilibrio entre hombre y mujer, en el que ni siquiera podemos gozar de los mismos derechos u oportunidades. Para nosotras, se convierte en una lucha constante en búsqueda de que ambas energías valgan por igual.
Como mujer, he pasado por situaciones de acoso, abuso y maltrato que me han hecho llegar al punto de querer exterminar mi parte yin, de querer rechazarla por completo y perderme a mí misma como persona en un desequilibrio total y un estado constante a la defensiva.
Pero todo eso cambió en el momento que comencé a caminar, que comencé a hacer contacto con la madre tierra y su lado yin me acogió y recibió con los brazos abiertos. Y hoy me gustaría platicarles un poco más de eso, de cómo transformé mi descontento e incomodidad en un empoderamiento total de mi energía yin.
Cuando caminas en la naturaleza y le prestas atención, empiezas a darte cuenta de la delicadeza de cada una de sus partes y el equilibrio que hace que todo fluya y funcione. Encuentras valor en el silencio, en la paciencia de dar tiempo a cada proceso, en la cooperación entre organismos para que todo siga funcionando.
Escuchas al viento que tiene que ser suave para acariciar el rocío y transportar polen, pero fuerte para tirar árboles que han terminado su ciclo de vida. Fluyes junto con un río que alimenta a tantas plantas y animales, mientras comprendes el valor de un huracán para balancear la temperatura del agua y mejorar la vida de los corales y los peces que lo necesitan. Observas amaneceres impactantes llenos de la energía de este fuego que ilumina y da calor y que destruye cuando un ciclo termina para iniciar el que sigue.
Conectas con la tierra y la manera en que sus nutrientes viajan y alimentan a todo lo que los rodea mientras les da ese sostén y fuerza que necesitan. Conectas de nuevo con lo que significa ese equilibrio, te das cuenta de que las virtudes yin son eso que le da vida a la vida.
Comprendes la fuerza y el poder que es ser mujer, más en estos momentos, viviendo en un constante reto que te empodera cada día más, que te hace comprender que, al tú tener una conexión más cercana y fuerte con esta energía creadora, con esta semilla vital que la tierra te dio, eres mucho más poderosa de lo que sientes. Este es tu poder, la vulnerabilidad, la empatía, el amor.
Considero que, como mujeres, somos la clave. Somos la llave para llevar a este mundo a ese equilibrio que tanto necesita y qué mejor manera de hacerlo que a través de abrazar, abrir y demostrar estas virtudes yin, que por tanto tiempo han sido alejadas. Nuestra fortaleza yace en la vulnerabilidad y en darle la vuelta a la misma, tomando la fuerza que nos han dado durante toda la vida para transformar a través de nuestra sensibilidad.
Yo solía vivir con mucho enojo y coraje por las injusticias que me rodeaban y desgraciadamente aún me rodean, pero me encontré de nuevo en mi sensibilidad, en las demás mujeres que me rodean y la sororidad que existe entre nosotras.
Es por eso que comenzamos a hacer nuestra ruta de mujeres, para mujeres y por mujeres. Para dar perspectiva, hacer espacio, contener y acoger como lo hizo la naturaleza conmigo. Porque todas merecemos sentirnos con esa seguridad para salir de nuestro capullo y reconocer nuestra feminidad, nuestra energía yin, como fortaleza. Sólo así nos llevaremos tanto con la fuerza de un huracán como con la delicadeza de las hojas que caen de los árboles.
La madre tierra es nuestra mayor aliada y mientras más nos acerquemos a ella es que será más fácil convertir ese enojo y esa lucha en un proceso lleno de amor y empatía hecho desde empoderar nuestro lado yin para que esté balanceado con el yang y juntos sean el huracán que necesita este mundo para que la danza del Tao, fluya con la sutileza, fuerza y armonía que tanto necesita.
4 Responses
Somos equilibrio, lo bueno y lo malo en un mismo ecosistema, estar en armonía con ambos es la parte de vibrar alto 🙌🏻
Es como el horizonte del mar, siempre está ahí, Perfecto, en día soleado, nublado, de tormenta o huracán, el horizonte siempre está ahí enseñándonos. Somos amor y luz
Guau qué bonito que te encuentres de esa forma tan natural felicidades por esos logros eres una mujer maravillosa con unos sentimientos único nunca cambies y sigue adelante
hermoso. Te queiro
Muy bonito mensaje que brinda energia positiva en este dia de la mujer