Esas preguntas, 5 amigos, una ruta que haríamos a pie medio trazada y muchas ganas de romper la rutina, detonaron todo.
Era enero del 2018, durante la caminata encontramos diferentes maneras de avivar la conversación, una de ellas fue el hacernos preguntas que no nos hacemos generalmente: «¿quién eres?» o «¿cuál es tu historia?». Con esto no nos referíamos a contarnos nuestra trayectoria desde el kínder hasta la universidad, o las incontables borracheras, o los viajes con cuates, o los logros en la chamba. ¡No! Nos referíamos a relatar los momentos que han marcado nuestra vida, los puntos de inflexión o los eventos relevantes vividos. Básicamente, era encuerarse.
Me quedé en blanco. No sabía quién era Lalo. Nunca me había hecho esas preguntas, y mucho menos había querido indagarlas. Me daba pavor lo que fuera a encontrar y claramente tenía mucho miedo a sentirme vulnerable.
Cuando logré reunir el valor suficiente para contar mi historia, recuerdo haber contado «algo». La verdad es que no estoy muy seguro de lo que dije. Pero de lo que sí estoy seguro fue del sabor amargo que me quedó en la boca al no haber realmente indagado dentro de mí.
Al día siguiente, al inicio de la caminata, meditamos en grupo. Fue una de las meditaciones más bonitas y poderosas que he tenido. Terminando mi cuerpo no podía más, me di media vuelta, comencé a caminar y empecé a llorar. Era un llanto que no podía detener. Entre más me alejaba de mis amigos, más intenso se volvía éste. Llegué a un árbol para tomar aliento, lo miré y lo abracé. Solté todo lo que estaba cargando, todas las emociones acumuladas por muchos años, todas las lágrimas estancadas. Me pedí perdón, pedí perdón a los demás, me menté la madre y me agradecí. Me sentí vivo como nunca antes había sentido. Como diría Morrie Schwartz en un librasazo llamado Martes con mi viejo profesor: «Abre la llave, lávate con la emoción. No te hará daño, sólo puede ayudarte». Pues fue justo así. Abrí la llave y me lavé por primera vez con todas esas emociones.
Eclosioné.
Fue tan reconfortante soltar todo ese vómito emocional, sentirme acompañado por mis amigos y por estar en medio de un bosque mágico que mi chip cambió por completo. Terminó la caminata y cada quien volvió a su rutina. Había cambiado todo para los 5; o mínimo puedo hablar por mí y afirmar que ya nada era igual. Empecé a querer saber más de mí. Ya quería indagar, saber cosas nuevas, cuestionar mi sistema de creencias y analizar todo lo que se me había enseñado desde pequeño. Debo confesar que me llevé sorpresas gratas, pero también un montón de sorpresas no gratas.
Poco a poco iba sintiéndome menos pesado emocionalmente. Habían llegado a mi vida nuevas personas, nuevas charlas, nuevas conexiones y nuevos hobbies. Me estaba dando la oportunidad de darle paso a cosas desconocidas. Hasta ese momento creía que había servido toda la lloradera de la caminata porque me sentía bastante bien conmigo; pero al poco tiempo volví a sentirme pesado. Ahora, ese peso me quitaba el aire y no me dejaba dormir. Había llegado a un punto en el que me estaba cuestionando todo y a todos, inclusive, hasta la profesión que había elegido con tanto ánimo 10 años atrás. El nuevo Lalo ya no estaba conforme con la rutina del viejo Lalo. Ya quería algo más.
A la par que todo esto sucedía en mi interior, en el exterior se estaba cocinando el mejor proyecto de todos. Los 4 güeyes con los que caminé aquel enero decidieron saltar al vacío, dejaron sus respectivos proyectos laborales y crearon Introspecta. Un proyecto impregnado de esa magia que se vivió en la primera caminata, impregnado de las ganas de conectar con más gente, impregnado de la pasión de crear senderos llenos de historias que contar. El ser testigo en primera fila de la creación de todo esto, el ser guía desde la ruta uno y ver que la gente que camina con nosotros siente un poco o mucho de lo que fue esa primera caminata, fue el último empujón que necesitaba para tener el coraje de yo también saltar al abismo y unirme a este gran proyecto.
Cuando digo saltar al abismo me refiero no solamente a dejar atrás la vida que había creado; también me refiero a brincar hacia dentro de mí. Descubrí que había creado en todo este tiempo una serie de máscaras que alimentaban mi ego y debilitaban lo que realmente soy. Me di cuenta que todos aquellos puntos de inflexión que había vivido me habían estado debilitando física, mental y espiritualmente. Ahora, esos puntos de inflexión los utilizo para ser más consciente de lo que soy.
Empecé a deconstruirme y poco a poquito empecé construir el nuevo Yo. Encontré en la Naturaleza una herramienta para hacerlo. Un medio perfecto para poder caminar siendo libre y trazar nuevos caminos.
Comprendí que el Lalo de antes era muy incongruente con lo que decía, lo que pensaba y lo que hacía. Encontré en la congruencia un motor para redefinirme y observarme constantemente.
«Eres lo que haces, no lo que dices que vas a haces»
– Carl Jung.
Gracias a todo este autoconocimiento de los últimos dos años, ha nacido en mí una nueva pasión: El servir. Y descubrí que hay tres maneras de hacerlo: El «servir(me)» cuando me observo, aprendo y no me juzgo, el «servir(te)» cuando te escucho, o te sonrío o hago lo que puedo para hacer sentirte cómodo y el «servir(nos)» a través del cuidado y la preservación de Pachamama.
Y ahora te pregunto, ¿quién eres? ¿cuál es tu historia?
5 Responses
Gracias por hacerme vibrar con estas palabras y espero de todo corazón que esa búsqueda de quien es Lalo nunca termine, que te permitas evolucionar y crecer siempre! Y definitivo hoy puedo decir que eres lo que haces y también lo que dices porque vives en congruencia con lo que realmente amas.
Te amo Lalito! eres un ser de Luz, lo leí y recordé lo bonito que es caminar y platicar contigo, espero pronto podamos caminar juntos de nuevo y tener la oportunidad de seguir aprendiendo de ti.
Mi querido Lalo, muchas felicidades por este fragmento que nos regalas, muero de ganas de volver a caminar con ustedes.
Eres un excelente guía , me servis(te) de una forma tan liviana, sabes escuchar y tienes una forma extraordinaria de integrar a los hikeros, nuestra ruta Nevado- Valle fue hermosa, Gracias
“Quien mira hacia fuera sueña, quien mira hacia dentro, despierta.”
Y cuando uno se atreve a ‘observar’ quien es en realidad,y hasta cierto punto es sanador y misterioso al mismo tiempo. Pero de esa manera uno puede seguir creciendo y mejorar como ser humano.❤
“Gracias por estos blogs,gracias por existir”
🤙🧘♀️
Me inspira la forma en que están redefiniendo las caminatas por la naturaleza a través de una conexión personal y social, conocerse para ser y ser para servir… un saludo a todo su equipo!