“Sí tienes sed es que ya estás deshidratado”. Quise comenzar con esta frase ya que probablemente será lo más importante que te voy a contar en este texto.
Cuando empecé a caminar por los senderos de México, me fui dando cuenta de distintas cosas que harían mi siguiente hike más fácil o más cómodo, dentro de todo lo incómodo que puede llegar a ser. Siempre hay algunos hacks que cambian completamente el camino.
Y así, cambié mis tenis por botas de senderismo (gracias a eso se fueron las ampollas) , también me di cuenta de la importancia de usar calcetines especiales al caminar, de llevar capas de ropa y no chamarras o ropa tan pesada.
En fin, fui descubriendo poco a poco aquellas cosas que fueron cambiando mi experiencia en ruta. Y aquí estoy tres años después con un cajón especial con “mis esenciales” de ruta (aún así siempre se me olvida algo jajaja).
Pero lo que sin duda no se me olvida, es mi bolsa de agua… por mucho tiempo subestimé la importancia de estar bien hidratado en ruta, al principio trataba de tomar agua lo menos posible pues no quería ir tantas veces al baño en el bosque, he de confesar que también me daba flojera, pues implicaba hacer una pausa, quitarme mi mochila, sacar mi termo o pedir a alguien que lo hiciera por mi.
Empezaba a notar que me dolía la cabeza terminando la ruta, que llegaba con los labios secos, que tenía infecciones de vías urinarias recurrentes (por aguantarme tanto las ganas de ir al baño), entre otras sensaciones un tanto incómodas.
No fue hasta que en una de mis rutas favoritas, casualmente agua, uno de los caminantes que venía conmigo nos contó que cuando estamos sedientos es porque nuestro cuerpo ya no está tan hidratado por lo que nos recomendaba ir tomando tragos chiquitos de agua constantemente.
Y la razón es muy sencilla, nuestro cuerpo necesita agua para llevar a cabo funciones como orinar, respirar o sudar. Cuando perdemos más agua que la que ingerimos, nuestro organismo entra en un estado de déficit hídrico y podemos empezar a sentir debilidad muscular, mal humor, calambres, mareos, golpes de calor, dolor de cabeza, etc.
Así que hoy vengo a contarte 5 tips para que siempre te mantengas hidratado en el camino:
- ¡Agua, agua y más agua!: sí has venido con nosotros sabrás que cada ruta te regalamos un termo de 900 ml lleno de agua para asegurarnos de que vayas bien hidratado (y sí no nos has acompañado ya queremos regalarte tu termo Introspecta). Sin embargo, siempre pedimos que lleven al menos 1 L más de agua para ir lo mejor preparados a la experiencia. Te recomiendo que si no tienes bolsa de hidratación, para que puedas tener acceso fácil a tu agua, la lleves en la cintura o en el lateral de tu mochila, recuerda tragos chiquitos y constantes, para que no tengas que parar cada vez que quieras tomar un sorbo.
- Bolsa de hidratación: la principal ventaja de las mochilas de hidratación es su capacidad de almacenamiento, tienen la capacidad de almacenar 1, 2 o hasta 3 litros de líquido, perfecto para recorridos largos. Por otro lado, es súper fácil de usar ya que la manguera que va conectada a la bolsa, sale por el orificio de la mochila hacia el exterior y ya solo tendrás que morder un poco la boquilla y empezar a absorber para que el líquido salga. Otra ventaja es que distribuye el peso del agua de manera equitativa por toda la espalda y tiene un mecanismo de sellado que evita que se salga el agua y mantienen su temperatura por un largo rato.
Dato curioso: puedes hasta meter accesorios personales como el celular, la cartera, etc si no quieres que sufra daños o se moje.
- Electrolitos: éstos serán tus mejores aliados para recuperar los líquidos, minerales y energía que fuiste perdiendo a lo largo de tu hike. Sobre todo sí no haces este tipo de actividad tan seguido. La maravilla es que puedes llevar tu elección de bebida para mantenerte hidratado o puedes llevar tu botella de agua y ponerle una tableta de electrolitos (sólo ojo con las cantidades ya que contienen mucho sodio).
- Sistemas portátiles de potabilización: hoy en día existen filtros portátiles que pueden ayudarte a purificar y filtrar el agua de fuentes naturales para que sea segura para beber. Pueden filtrar agua de ríos, arroyos y lagos, pero tienes que tener cuidado pues existe la posibilidad de que el agua esté contaminada. Elige el agua más próxima a su origen, es decir, río arriba (si es en alta montaña, o incluso en agua glaciar, mejor que mejor) o pregunta a tu guía.
- Nunca subestimes lo necesaria que es el agua: te quiero contar una breve historia en este punto:
Hace unos meses hice por primera vez nuestra excursión a las Barrancas del Cobre, en la cual durante tres días y dos noches nos inmersionamos en las Barrancas solamente con la comida, ropa y accesorios que cargamos en nuestras mochilas.
Esto implica también que dependemos de fuentes de agua que se encuentran en ocasiones lejos de dónde estamos y de pastillas de cloro para potabilizar el agua (y para mi mala suerte soy alérgica al cloro ja).
Desde el primer día me di cuenta de lo escasa que iba a ser el agua y que tendría que racionarla, aún cuando el calor era casi insoportable. Para no hacer el cuento largo, nunca había experimentado la sensación de tener poca agua al alcance, de no estar bien hidratado y estar muriendo de calor y sed (es una expresión, no crean que me estaba muriendo), la cosa es que realmente me hizo apreciar aquellas cosas que creemos tan cotidianas y fáciles en nuestro día a día.
Para cerrar, te quiero invitar a que, aunque suene tonto, agradezcas cada sorbo de agua que tomas y sientas como revitaliza todo tu cuerpo… y no olvides que ¡El agua es vida! no la desperdicies.