Me da mucha risa saber que se me pidió a mí escribir este blog sin embargo, sé perfectamente que soy la persona indicada para escribirlo. Hoy, estoy frente a mi computadora escribiendo, ya que estoy convencida que al estar en la naturaleza me ha transformado, a pesar de que partes del proceso me cuestan trabajo y que al inicio cuestioné la idea sobre si era yo una persona de hike y naturaleza.
Quiero iniciar contándote un poco sobre mí. Pero recuerda que esto es solo una parte de quien soy.
Mi nombre es Carla Salamanca, tengo 29 años y, siendo sincera, podría decirse que soy la más “fresa” del equipo. Sufro de presión baja, por lo que me congelo en todas las rutas, aunque caminemos bajo el rayo del sol y en verano. Además, despertarme temprano es una de las cosas que más odio en el mundo y normalmente, se podría decir que prefiero la vida de escritorio.
Soy muy desorientada y si me ves caminando por la calle, no pensarías que trabajo en una empresa que hace hikes. Es por esto, que muchas personas se acercan a mí para decirme que no son el tipo de personas que van a la naturaleza a pasar un fin de semana. Me ilusioné al escribir de este tema, ya que quiero compartir con más personas qué me ha enseñado el salir a la naturaleza de mí, de otros y cómo el hacerlo me ha acercado cada vez más a mi propósito personal.
¿Qué he aprendido de mí?
He aprendido, que muchas de las cosas que más trabajo me cuestan de mí — como las ganas de controlar todo, el perfeccionismo y mi obsesividad de tener todo agendado — pueden desaparecer.
En la naturaleza aprendí que existen muchas cosas que no puedo controlar. Entendí, que el río corre, la lluvia fluye y el viento renueva, por lo que he logrado agradecer las sorpresas y los imprevistos para buscar estar más en el momento presente.
Aprendí que se puede tener un plan, pero el objetivo de este es sentar la intención por más cosas que puedan llegar a suceder. He descubierto que soy más creativa y flexible de lo que creía.
La naturaleza, con sus ciclos, me ha enseñado a buscar integrarla en mí y esto, me ha llevado a darme cuenta que cada día camino en busca de convertirme en una versión más completa, balanceada y un poquito más flexible.
Sonará raro, pero poco a poco he logrado darme cuenta que todas esas partes del proceso de ir de hike que me cuestan trabajo son lecciones que me permito trabajar todas las semanas. Despertar temprano para ir de hike lo veo como la oportunidad de salirme de mi rutina diaria, cambiar el atardecer por el amanecer y maravillarme con nuevos colores, olores y momentos.
¿Se puede aprender algo de sentir frío? Para mí, la respuesta es sí, sí y más sí. A pesar de que me cuesta mucho trabajo, me ha permitido reconectar con mi cuerpo de una manera muy diferente, sentir partes que doy por hecho y agradecer que están incorporadas a mí. Sentir el frío abre la posibilidad de sentir el calor fluir por mi cuerpo gracias al movimiento.
Normalmente, si le pidiera a alguien que me definiera, me dirían que soy sumamente platicadora. Sin embargo, estar en la naturaleza abre mis oídos y me conecta con mi ser. Escuchar el río, los pájaros o el silencio me ha permitido reconcentrarme, reconstruirme y sin decir palabra alguna comunicarme diferente con mi entorno. Ir de hike se ha vuelto un espacio para cuestionar quién soy, en qué creo y ser mucho más abierta y receptiva ante nuevas maneras de pensar.
Estoy convencida- porque me sigue pasando- que la idea de ir de hike plantea un sinfín de incomodidades que afrontar. Y en muchos casos, sólo vemos esas incomodidades sin embargo, al pensar así nos privamos de una enorme lista de beneficios y oportunidades que trae consigo la incomodidad.
Aprender del frío, aprender del amanecer, aprender del silencio son oportunidades que en nuestro día a día no somos capaces- en muchos casos- de percibir. Pensar que no eres una “persona de hike” es privarte de un crecimiento personal enorme, de una reconexión social e individual que no se puede expresar en palabras pero sobre todo, es perderte de la oportunidad de entender que no estamos separados de la naturaleza, sino que somos parte de esta. Es por esto, que digo que el pensar que “no eres una persona de hike” es un grave error.
Entonces te pregunto; ¿caminamos pronto?
Una respuesta
¡Qué bonitas las incomodidades que nos recuerdan que estamos vivos!