Muchas batallas se libran en este mundo ya hoy en día como para agregar una más. Entre los que prefieren los guamazos de DC, y los románticos de Marvel, los que apoyan a los rudos y los que prefieren a los técnicos, los gustos pues, se rompen en géneros. Pero esta batalla entre usar botas o zapatos de hike tiene mucha más información de la que tú crees.
Cuando apenas daba mis primeras pisadas en el sendero, ponerme una bota me parecía no sólo raro, sino sumamente incómodo. Esta opinión no sólo es mía, Lalo, Erno, yo…usábamos zapato de hiking. Es más rico sentir que el pie se mueve libremente y que la pisada pesa al menos unos 300 gramos menos (para quien piense que esto es poco, le reto a que camine 30 kilómetros con media bolsa de arroz en la mano). Sin embargo, quienes llevamos ya algo de camino en este sendero sabemos que hay pesos que valen la pena cargar y otros que vale la pena dejar…como en la vida.
Hace un par de meses, cuando empezamos nuestra relación con The North Face, me enviaron calzado para que probara en el sendero cómo funcionaban. A algunos les llegaron botas, y a otros nos llegaron un par de zapatos. Para mí, viejo hikero, no sólo fue recordar lo que se siente tener el tobillo libre, sino volver a recordar la libertad de cuando empecé a caminar…más suave, mucho más ligero, es como quien, acostumbrado a un coche automático, se sube al manual una vez más. Ya más canoso uno se siente joven otra vez.
Es cierto, gran parte está en la técnica…utilizando la apropiada, el calzado hasta el tobillo o no, debería tener menos peso. En este caso, me mandaron unos tenis Futurelight Activist muy cracks: la suela se aferra perfectamente a la superficie, la impermeabilidad de la tecnología Futurelight funciona de maravilla, he metido el pie en un par de lodazales y con la propia caminada el lodo vence poco a poco hasta desprenderse del zapato.
Es un calzado muy cómodo si estás caminando un sendero poco técnico, sumamente cómodo para distancias largas. Me he echado 25 kilómetros de un sólo jalón con ellos y el pie se siente súper suave al terminar. Aunque a decir verdad, tuve dos o tres sustos como resultado de la confianza que me da ya haberme acostumbrado a la bota y no revisar bien el terreno. ¿Ubicas esas veces que te tuerces el tobillo y sigues dándole un poquito para que se afloje hasta que de milagro se va? Bueno, pues cuando uno se dedica a caminar, ese sentimiento se convierte en un rezo al cuerpo.
Tengo que confesar que una parte de mi libertad se fue cuando mi tobillo se metió dentro de la bota. Sin embargo, para muchos de los caminos mexicanos, que son sumamente técnicos, por las brechas semi-abiertas y las lluvias constantes, la bota sigue siendo la mejor opción. De vez en cuando se antoja andar más ligero y poner el tobillo al servicio del espectáculo. Si mi vida fuera por caminos menos accidentados, los tenis sin duda serían la opción. Sin embargo, creo que sigo prefiriendo un tobillo bien abrazado y mi pie contenido en las bajadas gracias a un ajuste más alto.
En todo caso si puedes, ten los dos, y juega un poco con ellos. Pero la verdad no hay comodidad que valga un tobillo lesionado. Checa tu ruta, mira los desniveles, y asegura que tengas el equipo adecuado, que la vida se disfruta mejor bien apapachado y, cuando puedas, saca unos buenos tenis a pasear por el sendero.
¿Tú qué dices?