abril 21, 2020

El silencio está presente

–Ane Ruíz

¿Cuál es tu silencio?

Conocer a Introspecta me regalo el mío. Más bien, me regalo el espacio para aprender a escucharlo. Y digo el espacio porque hay sonidos que invitan al mutismo.

Son únicos en la madre tierra, hijos de sus misterios.  El crujir de las ramas bajo los pies, la briza que hace danzar a las hojas, una risa que se escucha al fondo mezclada con el cantar de un ave, imposibles de distinguir entre ellas, sutilezas envolviéndome. Los primeros indicadores de que el camino que viene es un llamado al despertar más que un simple movimiento de pies.

Se unen en la lejanía la magia un tanto surreal de la paz perfecta, la libertad de soltarse a ser guiada, el misticismo de la luz colada entre las hojas, la combinación perfecta de factores que gritan que el silencio, interno, está presente. 

Es de ahí que nace un diálogo interno natural, claro y tan honesto como los manantiales. Es libre de expectativas, solo fluye. Me escucho. ¿Me entiendo? ¿Me acepto?. 

El silencio me parece esa quietud que nace entre nosotros y nuestra voz interna.

El diálogo es un silencio tan fuerte que vociferando dicta el camino que mi alma normalmente solo me susurra al oído (esperando que entre el atareo de la ciudad y la rutina me digne a distraerme lo suficiente como para escucharla). 

Ahora, me grita que la salida es hacia dentro, que el camino claro está a un latido de distancia de mi corazón vivo y despierto. Sólo tengo que aventurarme a escucharlo, a permitirme sentir.

Todo adquiere esa lucidez característica de la lejanía, que paradójicamente se hace presente cuando tocamos nuestro centro. Desaparecen mis dudas, con la verdadera fe colándose en su lugar. Esa en la que sé que independientemente de cómo evolucione mi realidad será la más perfecta, desconociendo los pormenores del cómo. Abrazo la incertidumbre. Dualidades complementarias, como la vida en sí. 

El silencio me parece esa quietud que nace entre nosotros y nuestra voz interna. Por eso la paz que regala, por eso mis ganas de llevar lo que descubro a mi cotidianidad. 

De regresar al mundo y recordar conectar con el árbol que veo desde la ventana del edificio en la ciudad, así me sano existiendo en paz diaria con mi silencio.

Ahora es un silencio alegre que ríe y opina a toda hora. Un cambio permanente, porque sabe que una vez reconocido nunca podrá ser olvidado.

Este silencio que ahora me acompaña invariablemente sin buscar hacer nada, va encontrando otros silencios empolvados caminando por mis callejuelas mentales. Con su afinidad al amor los abraza uno a uno, y los trae al presente donde los conecta, me conecta, nos conecta.

Te invito a regalarte un silencio. Uno tuyo. Sabes de sobra la manera más hermosa de hacerlo. Y te invito a gozarlo con la sonrisa en la cara de quien sabe que no esta solo, esta consigo mismo.

Una respuesta

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Suscríbete

Boletín Introspecta